Los atrapasueños o “cazadores de sueños” tienen su origen en un pueblo nativo americano que, a lo largo de la década de los 60, empezó a popularizar estos objetos confeccionados a mano para venderlos a los turistas en sus reservas. Bonitos tributos artesanales que formaban parte de su cultura y su tradición.
Los ojibwa son originarios de América del Norte, y es común encontrar asentamientos en la zona de Ontario, Wisconsin y Minnesota. Para elaborarlos, utilizaban fibras de ortiga anudadas a una especie de argolla circular o en forma de lágrima, donde confeccionaban una especie de red a modo de tela de araña. Utilizaban también madera de sauce y, por lo general, los atrapasueños tenían un diámetro no muy grande, de unos 10 centímetros.
Los atrapasueños filtran nuestro descanso nocturno. Así, mientras dormimos, las pesadillas o las malas sensaciones quedan atrapadas en ese tejido de araña central. Mientras, los buenos sueños y las sensaciones positivas bajan por las plumas inferiores, para discurrir poco a poco hasta nosotros. Cuando llega el amanecer, las luces tibias del sol hacen que las pesadillas se desvanezcan y desaparezcan para siempre en nuestro atrapasueños. También es usado como amuleto protector antes las malas energías