No hay vida que no atraviese dificultades. En ellas es dónde se produce el mayor crecimiento. La dificultad nos obliga a ponernos en movimiento, a usar nuestra creatividad, a utilizar recursos de los que no teníamos conocimiento.
En la dificultad nos conocemos a nosotros mismos, podemos ver de que pasta estamos hechos. Por regla general, descubrimos que somos más capaces de lo que creíamos ser.
El tiempo se ralentiza, los días se vuelven iguales y cargados de monotonía, no parece que haya salida. Pero todo pasa, y una vez se sale del mal momento, somos más fuertes, más creativos, más preparados. Hemos crecido.